Llueve en todo el territorio de mi alma
destilan sombras amargas del corazón de mis alegrías
fantasmas se descuelgan de cualquier recodo
y deambulan entre las tinieblas
del laberinto interminable de mi soledad
Tienen madriguera en el hueco de mis huesos.
Llueve sin parar, todo es gris
no queda una sonrisa en el paisaje
Un agua pegajosa y amarga cae incesante
y la piel transparente de mi espíritu
se recubre de ciénagas venenosas.
Estoy solo en medio de espantos y de angustias
rogando desesperado que escuches la palpitación
de mi alma que te busca.
Mi grito delgado flota buscando a tientas
por las criptas perdidas del miedo y la ignorancia
Estoy derrumbado en medio de silencios
y oscuridades nuevas
aferrado a la convicción pequeñita
de que me observas y me buscas.
Me asusta saber qué precipicios rondo
soy un ciego perdido en la calle más desconocida del mundo
llevo un nudo de miedos y silencios adheridos al alma
balbuceo en una turbulencia de sombras agresivas
y ruego, lloro, que me alcances
me salves con tu mano luminosa
me señales una senda
y me enseñes la forma de andar en ella.
Ahora entiendo que eres la luz del mundo
y qué demuestra si te sigo.