Tú lo tienes,
oculto y aparatemente
latente.
Sobresale de tu suela
con posible sabor gastado
a cereza.
Amorfo, plano e
incomodándote su
elasticidad que no
quiere separarse a
tu zapato.
Embárralo sobre el
filo de la banqueta,
deshaste de él,
que entienda tu
necesidad constante
de probar,
otro corazón
de mascar.