Hasta después
frente al lago,
con la mirada hundida;
la tarde viene ligera...
¡Ha comenzado a llover!
El pensamiento
como otra tormenta
azota,
se lleno de nubes profundas
y vuelve espesa la noche.
Hasta entonces
el frío revierte de movimiento los huesos
temblorosos y ahuyentados,
mientras que en el horizonte
alcanzo a mirar tu piel obscura.
¡Te he visto dormida!
Relajada en los temporales espejos,
deslizándose entre mis dedos tú figura.
Muerden con rabia mis dientes
el oxigeno...
que ya nunca atrapo de tus aguas.
¡Pero si tu llanto se pierde
este paisaje no tendrá sentido!
¿Hacia donde fuiste con tus peces?
Y convertiste este lago en ríos.
¿En que mar te escondes?
Ahora que no es el mío.
¡Siento tu tempestad!
Y un inmenso océano vacío