Adrian VeMo

Rutina

 

Hoy he amanecido con los riñones en los talones

iba a desmembrar los sueños para dejarlos en mi almohada

pero pasó un esqueleto de nostalgia silbando cerca de mis sienes.

Hoy las lenguas de las aceras parecen furiosas,

como dardos lanzados al azar.

Traigo y pongo el pan delant e de mis ojos.

Me arrojo a la rutina:

soñoliento viene el bus torturando a morosos

los coches abren cortinas grises en los ya tosigos dorsos de la ciudad

mañana quizá pintarán los gangrenados rostros de los edificios

ahí van los mismos pies maquillados por un sauce llorón,

he pasado por los mismos bares inundados de vapor acerbo que he visto brincar

de las tazas de café

ya salen las mujeres a barrer evidencias de la noche anterior, ha pulir las fumaradas

del nuevo día

las noticias del día acostadas en los periódicos, se suele llevarse todas las manos

a la boca.

Por los parques, los abuelos empujan las nubes de sus nietos

el mismo perro que ladra mis pasos apresurados

hay un árbol donde dejo las suelas de mis sedientos zapatos a sorber la esperanza

de sus raíces.

He pasado por las mismas narices

siempre he querido doblar la esquina y es la esquina de esa calle quien me dobla

la campana que chilla y me devuelve la noción del tiempo

los tejados tristes y quietos sin palomas.


Todo estaba tan enorme, normal

y en su lugar

menos el sol

que nadie lo vio y más de uno pudo sentirlo

como el sol glacial

clava sus flechas grises en la faldas de las pupilas

tejiendo, como una maldición, nubes negras sobre las cabezas

de quienes la sintieron,

yo asumo su ausencia, como un alivio dorado,

para mi sudor,

para mi sed,

para mi frente,

para mis pies

donde yacen mis riñones en los talones.