¡Oh soledad siniestra!
ajustíciame ahora,
para que quiero la vid
si mis labios se cuartearon,
devoradas mis entrañas
ingrávida he quedado.
No te pido clemencia,
ni que seas indulgente,
se me acerca la demencia
con pasos agigantados,
éste corazón torturado
ya no quiere latir…
¡Para qué querer vivir
cuando lo han lesionado!
Felina