Y volver al pasado, mirar lo invisible que dejamos atrás.
Sin haberlo planeado, sin poder plantear lo siguiente a lo abandonado.
Haber desperdiciado tanto en tan poco.
Las ganas de volver al olvido, a lo imposible.
Que esa poca cosa, te saque una sonrisa, importante para ti, por pequeña que sea.
Recordarlo todo, que te salte una lágrima, sin saber si es de felicidad, por poder recordar, o por tristeza de saber que nunca regresarán, esas palabras ya escritas, medio olvidadas.
De saber que ya está perdido, viviendo de la suerte, alimentándose de suspiros de desesperación y consuelo en palabras mudas, de esperar lo imposible, antes creíble.
De lágrimas tiradas de dolor y desengaño.
Recuerdos guardados en la memoria del olvidado, recuerdos vendidos a traición.
De tan pesado hacerse monótono.
Sacrificarte por ello.
De bucear en la memoria del pasado, ya escrito, sin correcciones.
Luchar por algo imposible, por miedo a que perdure en el silencio.
Crees que nunca volverá, que todo quedó atrás.
Sentimientos invencibles, irreconocibles.
Deseos escondidos, queriendo ser vistos, ser oídos. Queriendo salir, con un pequeño miedo, pero intriga a la vez.
Sentimientos desplazados a otra dimensión, muertos, con vida propia, sentimientos incapaces de ser comprendidos por la mente humana, sucia y cerrada.
Y es cuando, esperando lo imposible, pasa el tiempo eterno.
Y si me toca vivir con el olvido al lado, mejor vivir con los recuerdos y no de estos.