Millonarios
Juana de Ibarbourou
Tómame de la mano. Vámonos a la lluvia,
descalzos y ligeros de ropa, sin paraguas,
con el cabello al viento y el cuerpo a la caricía
oblicua, refrescante y menuda del agua.
Qué rían los vecinos! Puesto que somos jóvenes
y los dos nos amamos y nos gusta la lluvia.
vamos a ser felices con el gozo sencillo
de un casal de gorriones que en la vía se arrulla.
Más allá están los campos y el camino de acacias
y la quinta suntuosa de aquel pobre señor
millonario y obeso que con todo sus oros,
no podría comprarnos ni un gramo del tesoro
inefable y supremo que nos ha dado Dios:
Ser flexibles, ser jóvenes, estar llenos de amor.