Mi cacharro falló ayer
por mecánica y electricidad
y hubo necesidad
de llevarlo a un taller.
Allí me sentí desfallecer
al verme sin mi compañero,
tendría que salir a pie
por los distintos senderos.
En eso un amigo verdadero
me dice: Hola poeta
sube a mi motocicleta
para darte el aventón,
solo dime la dirección
y salgo como una flecha
para ese sitio en cuestión.
Yo como soy varón
me dio cierta vergüenza
decir que tengo temor
porque me falta el valor
para andar en motocicleta.
Así que de forma discreta
me subí a la máquina aquella
mas arrugado que mi abuela
temblando como gelatina
y en forma muy decidida
le dije: Arranca pues;
y casi arrastro los pies
cuando salió en estampida.
de manera intempectiva
frenó y arrancó de prisa
y casi le quito la camisa
al sujetarlo fuertemente.
Me golpeé con el casco la frente
pero muy discretamente
me la di de valentón
aunque un extraño temblor
me azotaba las canillas
y si no es por la hebilla
se me cae hasta el pantalón.
Por fin llegamos a la dirección
hacia donde me dirigía
me bajé con mucha hombría
sin demostrar nerviosismo
me despedí de manera formal;
y ya sólo, me dije a mi mismo:
Ya salí de éste ovillo
sin nada que lamentar.
Cuando intenté caminar
tenía quemado los dos tobillos
se me había caído el anillo
la camisa perdió los botones
perdí uno de mis zapatos marrones,
la cadena y el crucifijo.
Sólo lamento que mi amigo
se despidió sin darme razones,
riendo sin contemplaciones
lo que me había ocurrido,
sin fijarse que yo me había traído
en mis manos sus pantalones.
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