Anita Silva

CHARLA ENTRE MADRE E HIJO

¿Qué te pasa?
-Nada. Respondía el niño agazapado debajo de la mesa.
-¿Cómo que no tienes nada? ¿Por qué lloras? Volví a insistir.
-iYa te dije que no tengo nada! Exclamaba con gestos de berrinche.
- A ver, a ver. ¿Con quién estoy hablando? ¿Con un niño de 3 años o con un casi, casi adolescente? Le preguntaba mientras le arrancaba sus manos aferradas a permanecer debajo de aquella mesa.
-i Es que no me gusta escucharlos discutir! Con fuerza reclamó.
-iAh! Es eso.
Mira, ven, te voy a contar la historia de una niña que sin darse cuenta creció con dudas, complejos y resentimientos que hasta el día de hoy lucha por vencer.

El pequeño, titubeando y al mismo tiempo curioso de querer escuchar aquella historia por fin se dejo cargar por mis brazos.

-iAy! iSi que estas pesado! Exclamé con asombro.
No me había dado cuenta de lo mucho que has crecido, mira, tus pies casi tocan el suelo. Le platicaba mientras me dirigía al patio y el pequeño entre sollozos sonreía. Una vez en el patio nos sentamos en la mecedora, yo lo cogía como un bebé mientras le decía:

-¿Sabes? te voy a contar un secreto, alguna vez, también fui niña y también hacía berrinches para llamar la atención de mi mamá. Sin embargo...me da pena decirte, pero...pero mi madre no se acercaba a mí.
-¿No? Sorprendido preguntó
- i Claro que no ! Le respondí.
-¿Por qué?
- A pues porque, ella también tuvo una infancia difícil, mucho más difícil que la tuya y la mía.
-¿Cómo? ¿No entiendo? Mostrando interés preguntó.
-Bueno, verás, antes era muy difícil poder demostrar los sentimientos a nuestros padres. Pues el respeto que se les tenía se confundía la libre expresión. iUy! Qué esperanza que yo me acercara a ella o a él y reclamar, preguntar, darles un beso en la mejilla, o simplemente abrazarlos. Aquello, no era prohibido…pero tampoco muy común. Por eso yo intento cambiar esa costumbre, por eso te busco, te abrazo, te escucho y te digo que te amo. Porque yo quiero ser diferente, tratarte como me hubiera gustado que me trataran.

Escucha, sé bien que estamos pasando una etapa difícil y te agradezco que me hagas ver tu disgusto. A mi me hubiera gustado poder expresarme así con mi madre y reclamarle aquello que me parecía mal. Pero iNo! ¿Cómo hacerlo? Porque ¿Sabes lo que le pasaba a los niños que opinaban?

-¿Qué? Interesado preguntó.
- Les pegaban en la boca.
-i De verdad ! Sorprendido exclamó.
-No tengo por que mentirte.

Mira, escucha con atención. Quiero lo mejor para ti, te amo. Sin duda hoy fue un día muy pesado. Bueno pensándolo bien, el día no fue el culpable...ni las cosas que sucedieron, realmente fue la manera en que decidí tomar todo lo que hoy recibí. A veces resulta más difícil educar a las bestias humanas.

(El niño, un suspiro ahogado en llanto quiso soltar)

-Sh! Tranquilo...Continue...
Mira, ¿Ya viste que hermoso esta el cielo? Le dije tratando de distraerlo.

Por ahí leí una reflexión que dice: \"El camino de la vida esta lleno de piedras, eres tú el que decide usar esas piedras para hundirte en el mar de lágrimas o bien usarlas como escalones, peldaños con la intención de subir, crecer y ser cada día mejor\" Yo quiero que uses esas piedras para mejorar, No quiero que por nada del mundo te lleves secuelas, traumas, rencores, silencios a tu vida adulta porque eso te perjudicará. Desahógate, por que aparte de ser tu madre, soy tu amiga y si te veo llorar...yo también lloro por porque te amo y tu dolor me llega en el alma.

Mira yo tengo un amigo que es amigo de todos los niños, los escucha y los ayuda a sacar ese dolor y angustia, como el que hoy sientes en tu pecho, él te ayudará a sanarla. ¿Qué te parece? ¿Te lo presento?

– Con la cabecita asintió.

-Se llama Jesús.
Hagamos una oración y mañana seguimos hablando de esto, por lo pronto quiero que me escuches bien esto: Te amo y grábatelo muy bien, TE AMO. Así con letra mayúscula TE AMOOO, eres uno de mis tesoros más grandes, fuiste mi primer hijo, i Imaginate ! Con cuanto amor te esperé, sentir por vez primera esas pataditas dentro de mi panza, fue lo más hermoso de mi vida.

Un poco más tranquilo sonrió.

Cierra tus ojitos y descansa. Duerme que yo velaré por ti. Mientras tanto, te seguiré contando la historia desde antes de tu llegada, con la intención de que ese círculo que queda entreabierto te lleve la noticia hasta lo profundo de tu sueño, esta hermosa realidad del amor que te siento.