Pesadillas
Gimo, gimo en silencio, sofocado,
un sudor frío corre por mi frente,
lobos hambrientos comen de mi mente
y a mi cuerpo lo dejan mutilado.
Por un infierno, por un negro hado,
mi espíritu camina lentamente,
fieros demonios blanden su tridente
y lo derrumban a un acantilado.
Se convierte en un féretro la cama;
la despiadada muerte está al acecho,
llevándome del mundo y sus orillas.
Pero tu voz, tu dulce voz me llama…
Me despierto, me acercas a tu pecho,
alejas con tu amor mis pesadillas.