en el silencio
se guarece una lágrima
sola y desnuda
Cuando el verso se torna circular
y las palabras bullen sin sentido,
cuando se acalla el último latido
de la rima queriéndose inmolar...
Es allí cuando vuelve a resonar
su nombre como un día amanecido,
como campana de un dulce tañido
desde la niebla de un lejano mar.
Entonces me adormezco en las delicias
del ensueño adorado e inasequible
que irradia su mirada y su sonrisa.
Con mis letras de besos y caricias,
vuelvo al silencio del trino inaudible
donde evoco su imagen en la brisa.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.