Al pasar por el jardín de rosas
te recuerdo, sombra misteriosa.
Te presentas amistosa,
pero en lo profundo
cargas un velo de dolor, con tu ansiosa sonrisa.
Las lágrimas que corren por tu rostro
tiñen de rojo cualquier atisbo de esperanza.
Caminas con la mirada perdida,
como si hubieras perdido tu rumbo.
Quizá ya no te percatabas
de que ya no eras parte de este mundo.
El viento es agresivo contigo.
Es tan fuerte que las rosas se estremecen.
El dulce aroma con el que siempre te presentas
tapa el olor a muerte que te representa.
A cada paso ennegreces sus rojos pétalos,
cada uno muere y cae sin detenerse...
como si no hubiera suelo que lo retuviese.
Un agujero negro, como tu maltratada sonrisa.
La brisa te lleva a tu siguiente víctima,
recolectora de sonrisas.
Tu vestido teñido de la sangre más roja
te da tu singular olor a rosas.
Te veo y te siento.
Abrazas mi vida,
como un niño a su primer triciclo.
Despojando de mi cuerpo
toda gota de sustento.
Cayendo inerte por los suelos.
Desgarrado y sin aliento.
Dime, sombra,
¿Sabes la hora?
Sabes que este sueño acabará.
Y cuando te despiertes...
muerta seguirás.