Qué gran felicidad, el tomar tu mano con la mía
El olvidarnos del tiempo, el espacio, la distancia
Y enconarnos los dos como si fuera una herida
De la que brota sangre de una alegre nostalgia
El disfrutar de una simple caricia –debo decirlo-
Que despierta y sacude la más escondida emoción
Con un roce de tus labios, que sin saber, ni pedirlo,
Provocan una suave, tierna y apasionada reacción…
El acariciar suave tu rostro, tan terso como la nube
Desplazando mis brazos por tu cintura perfecta,
Sintiendo tu fragancia, cada segundo que pude,
Ahogándome en tu sonrisa, tan tierna y tan coqueta…
Diciéndote al oído las palabras más hermosas
Esas que jamás nadie podrá decirte como yo
Y al sostener en tus manos, unas bonitas rosas,
Serán aun más hermosas, sintiendo cerca tu corazón
Por eso lo confieso, será barato cada segundo de espera
Porque todo lo que sueño, un día tendrá que ser real
Ya sin lo amargo del despertar, al retirarse las estrellas
Y habiendo escapado la oscura noche, que parece abismal
Y estando tú soñando, tal vez con otro amor –que osadía-
No sabrás, que te sigue esperando, este lunático soñador
Porque el día de mañana que despiertes de tu fantasía
Estaré a tu lado, y sabrás que nadie te amara como yo…
Por ello disfruto lo amargo de mis noches tardías
-Porque al final, me amarás tanto como lo he deseado
Y en lo profundo y sintiendo la miel de tu cercanía,
Olvidarás aquel sueño, sintiéndote finalmente mía…
Arturo Domínguez -Derechos Reservados-