Una bella mañana de primavera
cual rayo de sol rozaba la celeste esfera,
allá en el horizonte todo resplandeciente,
se dibuja la silueta luminosa y candente
de un ser divino puro y celestial.
Un ángel bajo del cielo,
sobre una nube posó su vuelo.
Turbado y sollozante viene hacia mí,
cayendo de rodillas ante mí...
yo acariciando sus rizos de oro...
¡Te ruego imploro!
¿Que pena acongoja tu tierno corazón?.
El divino ser levantó su tierna mirada,
sus lágrimas perladas rodeaban,
sus rosadas mejillas...
y con una triste mirada
tomó mis manos a hurtadillas,
con una voz dulce y celestial contesto:
Lloro...es tan grande mí penar,
y es tan triste este pesar,
la humanidad entera...
se olvidó de rezar,
hembras y machos
son como perros y perras,
todo es un calvario,
de dolor y tragedia,
Jesús...llora
y María también;
¡Hermanos os cambiéis para todo bien!
Yo posé un ósculo en sus rosadas manos,
tu encargo he de hacer cumplir,
para con todos mis hermanos...
el dulce ser levanto el
vuelo partió
hacia el cielo infinito,
se fue con una dulce sonrisa en los labios
y su mirada profunda,
de un azul infinito,
dejo partida y conmovida
las yagas profundas
de este humilde...corazón.