Escurridizos duendes diminutos
repletos de misterio y picardía,
con largas orejitas puntiagudas
poblaban la lejana infancia mía
En silencio escondidos en la cama
en mis sueños de noche aparecían,
dispuestos a gozar de las piruetas
que la claridad del sol prohibían.
Invitada a saltar de rama en rama,
mis alas prontamente resurgían...
Y entónces disfrutaba de mi sueño
en misteriosa y loca fantasía.