Desde el instante que nacemos quedamos entre dos horas
sujetados a ellas hacemos nuestra rutina como en barras paralelas
alejándonos poco a poco de la hora primera, nos olvidamos del riesgo
vamos recogiendo certezas, aprendiendo labores
y tenemos que pagar los precios de la existencia.
Van quedando en la ruta las primeras ignorancias
y conforme se deshoja lentamente el calendario
van naciendo más preguntas, esta vez muy contundentes.
Todo recibimos un paquete que al final nos hace iguales,
tenemos vida, cuerpo, alma, sueños y al final eternidades
Al celebrar el tiempo que llevamos avanzado
decimos tengo diez, treinta o cincuenta años
y en realidad no tenemos, ya se fueron, se acabaron
sólo tenemos el tiempo que queda entre este presente
y nuestra hora final.
Desde el instante que nacemos quedamos entre dos tiempos
mientras vivimos se observa que no existe escapatoria
desde pequeños recibimos unas bellas ilusiones
para caminar el tiempo entre estas hora extremas
Unos dicen que caímos en medio de este reloj
que funciona perfecto pero sin explicación
Otros que nada importa simplemente vive el momento
porque todo se acaba y esto es todo, no hay infierno.
Pero pienso que los dos tienen mucho de arriesgado
son explicaciones simplistas, torpes y suicidas.
Prefiero ver las dos horas igual como dos puertas
por una inicié el camino por otra elevo el vuelo.
El punto es tener certeza que vuelo con el Supremo.