El ángel y el niño
Cambiaré de piel un día.
Nunca más estos labios agrietados,
nunca más estos pies que sólo giran.
Veré crecer desde mis hombros alas,
voy a tener estrellas en vez de ojos
y aquí, aquí, aquí donde se sueña
te reirás del muerto en que he vivido.
Sólo que no podré besarte entonces,
habré nacido en otro firmamento,
ya no despertaré junto a tus manos,
pero sí viviré más que tu sombra.
Tendré el dolor de todas las partidas,
pero tu corazón será mi puerta,
allí viví golpeando en pos del fuego,
allí me volveré tibia ceniza
y cantarás con otros el sarcasmo
de una tierra que avanza detenida.
Los hombres que la mueven caen muertos,
apenas con la brisa en sus cabellos,
otros con riendas reciben los regalos
y venden caros ataúdes a las viudas.
Enhorabuena tú, que siempre cargas
el algodón de un beso y un cuchillo.
Alegres odiaremos a los falsos
y se repartirá la miel en esta plaza,
esa que dejo ahora entre tus labios,
abeja y flor que parte a mi delirio.
Ya te veré en la lágrima que vierto
cual lente en que buscar el infinito
y es que la aurora anuncia migraciones
y con ella me alejo, divertido.
Un rayo abre mi cuerpo ya desnudo
y el sol te contará lo que suceda,
llena es de porvenir toda mi boca
y el silencio que sigue es sólo estela.
Te quiero empedernido en mi costado,
Voy a ser tu ángel, tiernamente
te pido sólo seas siempre un niño.
12 08 12