Al despertar esta mañana y al encontrarme a tu lado, creí que era uno de mis tantos sueños, que era una de mis tantas fantasías que tenia contigo. Al voltearme hacia mi derecha pude ver el mueble que está al lado de mi cama y encima aquel teléfono del cuarto y una lámpara que alumbra mis noches de lectura. Y al levantarme un poco, vi toda nuestra ropa esparcida por el suelo. Al sentirme que estaba despierto, te despertaste y me miraste con eso hermosos ojos color negro que me observaban pasivamente. Al mirarte sentí que se ruborizaban mis mejillas y preferí bajar la mirada. Al bajar mi cabeza, me agarraste el rostro con tus pálidas manos y me dijiste, que te pasa amor mío. Te mire fijamente y sentí ganas de besarte y hacerte mío una vez más, pero me resistí y volví a bajar la mirada, colocarme más sonrojado de lo que ya estaba…
Pero tú me besaste y tenias un leve aroma a vainilla y una dulzura en tu boca, que me dejaba sin aliento, mi respiración se detenía a cada segundo y mi corazón me hace sentir que eres una persona bella, de la cual sé que estoy enamorado…
Al volver a caer en esas lujuriosas caricias me dijiste hazme tuyo una vez más, una y otra vez quiero ser tuyo. Y cuando me dijiste aquello no pude hacerlo y me aleje de ti…
Con esta reacción que tuve me miraste sorprendido y vi una de tus lagrimas corriendo por tu rostro, me preguntaste acaso no me amas?...
Mis palabras no salían de mi boca y tus lágrimas comenzaban a hacer más rápido, trate de detenerlas con mis dedos y tu las esquivaste al igual que mis caricias. Hasta que por fin pudo salir algo de mi boca una palabra un solo te amo y no quiero hacerte daño, nunca pensé que podría estar aquí a tu lado…