Aquí, mientras la jornada laboral se hace infinita
y los segundos parecen caer en un universo sin gravedad,
aquí me siento sola.
Cuando de pronto se enciende la necesidad
de un abrazo silencioso y sincero,
de que los sentimientos se deshagan
en el ollo profundo de las debiles palabras
y se materialicen en la piel hasta abrigar los sentidos...
... Cuando de pronto golpea el dolor punzante en el pecho.
Tristeza.
No hay grandes motivos,
es simplemente soledad.
No es indiferencia del resto,
es mi voluntad trasformandos en roca
en tanto siento la necesidad de molestar a alguien con mis problemas.
No es que me queje,
es solo que a veces duele
y se me deshace,
entre las buenas intenciones y el autocontrol,
la decisión de callar.
No,
no es que los que me rodean sean indiferentes a lo que me sucede,
es que yo no soy capaz de abrir mi corazón a nadie,
es una discapacidad del alma.
No es que físicamente no haya nadie,
es que internamente nadie esta tan profundo
como para que yo sienta la confianza para decir…
que algo me duele y no me deja dormir.
Entonces Callo.