Llegan de un aire tan delicado
las palabras, llevan
tan delicada luz, tan suaves
cuerpos, brisa de los sueños,
amor recién nacido en las orillas,
campanario de luz junto a las olas,
cielo, signos
del día frágil e inmortal.
Como hombres desnudos
en los muros
de vidrio de la ciudad del sol
aún no habitada
y luego las mujeres como flores,
la boca que se besa en el espejo,
la mano en las arañas,
los peldaños de sal
hasta el cofre y el ancla
y el llanto de los vientres,
sus melancólicos gemidos:
amor que es como un pozo
de luz en el jardín
de la ceniza, espesura
en el triángulo del pubis
donde oímos canciones que claman
sin cesar.
Juan Antonio Masoliver Ródenas