Quiero abrir este poema
hasta la altura de tu desnudez,
y a la altura del ansia
como Dios en tus besos.
Prepárate amor mío,
porque voy a buscar
lo furtivo de tu alma.
Subiré por tus piernas
como un reptil de lenguas estrelladas,
luego, con la soltura
secreta de mis manos
despertaré la noche
vertical de tu sexo.
Donde las lenguas de la sed se entregan,
bordeando mis labios
incendiados de besos.
¡Ah, tu grito vencido
y vencedor
cuando mi lengua toca
su inmensidad…!