Doña carcajada
no se ría tanto
que hasta desagrada
y nos causa espanto.
Sea seria y callada,
deje su relajo ya;
que tantas risotadas
producen malestar.
Le haré con mi poesía
un homenaje especial
pero luego con su jauría
se me va, a otro lugar.
Alejandro J. Díaz Valero