En las prisas matinales ensamblo las piezas
ropas, accesorios, cotidiano atuendo
pátina en pinturas preciosas
preparándome para el diario ajetreo...
bolso de artículos necesarios
creo he preparado y arreglado
para estar lista para un nuevo
día laboral emprender... salgo...
Llora el cielo
y decido que mi amor
me transporte a la estación...
Riñas entre coches y autovías
de asfalto en sonidos matutinos,
asaltando la calma en
las ansias de encontrar ese
medio que al lugar de vianda a ganar
-y ayuda dar- me llevarán...
“Beso, beso... que tengas un día bello,
luego te llamo... te quiero.”
Abandono el auto encauzándome sin prisa
-estás a tiempo, relájate-
el tranvía no parte todavía...
Suspiro y busco a mi amigo fiel,
el de la careta de colores sonrientes
el de los sonidos más complacientes...
mi teléfono celular
-mi móvil- que sin él
siento que no me siento
igual...
No consigo coincidir con
el paradero de mi cómplice
receptor... trato mi congoja
calmar al tiempo que mis manos
y luceros rastrean presurosos
a mi aliado incondicional...
-¡No, no ,noooo!... ¡Si, si, siiiii!!!...
¡lo he dejado en el carro de mi alma...!-
Sentimientos de inquieta
incertidumbre y ansiedad
me invaden sin control
en una carrera emocional
al mis sentimientos
mis pensamientos tratar
de dominar...
¿Qué haré ahora?
¿Cómo podré enfrentar
un día entero sin mi celular?
Oh, bueno... no tendré mas remedio
que conmigo estar... nada de comunicación
a la distancia, llamadas, textos... ¡música...!
Sólo yo, yo misma...
conmigo... qué se le va a hacer...
extranaré mis notas sinfónicas...
Comienzo a apreciar
mi externa realidad,
gente en tranvía
transportando
sus penas y alegrías...
Esa madre con su pequeño
acomodándolo en el asiento
otro nido protector,
segura de que lo que haga
su seguridad asegurará
en las veras de la vida...
sonríe en gesto complaciente
y confiada se alivia
de que de su odisea saldrá avante...
Aquellos adolescentes
en conversaciones incoherentes
que sentido tratan de dar
a su confundida vida
de comienzos hormonales,
de amor y conexión, pesquisa,
de las incipientes señoritas...
Aquel joven de ceño serio
y portafolio planchado
con sus dedos atacando
en movimientos precisos
y apresurados
el aparato de comunicación universal
-extraño mi celular...-
quizás pensando
que mientras a la distancia
se pueda expresar y conectar
el ánimo se podrá elevar...
Un trío de niñas audaces
-y bastante audibles-
invaden el carro del tranvía
intentando atención atraer
a lo que gritan y visten,
para que nadie averigue
el secreto de su realidad triste...
Aquel señor de edad, solitario
viajando, quizás el tiempo matando
para no regresar a un vacío hogar...
Y yo... yo me miro sola
en este tranvía que mis sueños
y penas mece en vaivén
de silencios que mudan en
melódicas cuerdas del violín
de Vivaldi... me cobijo en el “Winter”,
me dejo llevar por las notas de “La Notte”,
que a su vez me navegan por las
cuerdas del “Concerto para dois violinos”,
movimientos tan ciertos del arco
deslizádome a mis mundos internos... íntimos...
Un día sin celular...
Copyright©2012 Rocío Vega-Ponce