De mis extremidades, de todas, abusé.
Especialmente mucho de mi torpe cabeza.
Por todos mis huecos mis sobras expulsé.
Las peores se fueron por mi lengua malveza.
Las muertes necesarias muy solo soporté
Y ahora que la mía me busca con fiereza,
Ni ganas de durar, ni dolor, sentiré.
El drama del ayer renueva mi certeza.
Como nuestros cadáveres, recubiertos de abismos,
Que tendidos al sol, con las tripas al cielo,
Alimentan la larva de la futura historia,
Así de estas cenizas, desde nosotros mismos,
Renacerán mañana los que guardamos duelo,
Aquellos que rediman la pesada memoria.