Una rosa me rozó,
con sus hermosas espinas,
sólo por el gran error,
de no darle mi poesía.
No siempre se escribe un verso,
a todo lo más querido,
casi siempre los mejores,
se dejan bien escondidos.
A ti no te escribo un verso,
pues eres mi inspiración,
aquello que desde dentro,
me alimenta el corazón.
Eres mi rosa primera,
heredera de una flor,
doncella de mis pasiones,
y la reina de mi amor.