Como valle helado cubierto de hielo, fustigado, por rigoroso invierno, así estoy.
Quizá cuando venga la primavera, las florcitas irrumpan de nuevo y vuelva a florecer.
No hay mantas que me calienten, ni tejados que me abriguen, en el silencio frio y blanco sin defensas, estoy.
Duele, lastima, pues soy humana, siento que desean me muera, para no atropillar, o quede sin memoria, como algo que no vale para nada, en un cajón olvidado bien en el fondo, para su felicidad. Es lo que me duele.
Oveja perdida de las demás, sola en el monte, oyendo los lobos, intenta abrigarse, hasta el rayar del día, que traiga el pastor, para cogerla.
Todos tenemos uno, le pueden llamar destino, casualidad, suerte, algo sirve, pues en realidad no sabemos quien conduce nuestras vidas. El mio se llama suerte, pues cuando me esquilan y quedo solo piel y huesos, de nuevo vuelve mi lana mas blanca, brillante y fuerte.
Ellos no saben, pero nuestro sufrimiento es un abrir de puertas a la felicidad, pleno de fuerza y coraje para ganar nuestro lugar de pleno derecho que tenemos en este rebaño de ovejas, pelos montes de la maldad y malas intenciones.
Comen de la envidias, beben de fuentes contaminadas de vanidad e ignorancia, su lana esta sucia de tanto mal pensar e hacer. Un día quedaran solas perdidas e no tendrán oportunidad de esperar el pastor. La noche los matara de remordimientos.
Estamos como en la edad media, pero mas requintada, sin tanta violencia descarada, pero estamos igual. No se ve la sangre de los herimientos de las espada, no se queman en plaza publica los condenados, más sofisticado, hacen las mismas cosas.
Mentiras, tramas, odios, poderosos, que quitan la vida a los demás, se envenenan, no hay padre ni madre ni familia, solo sed del poder.
Como yo en cima del monte mezclados con las demás ovejas comemos el pasto, que sabe a tierra, mirando el pastor que no sabemos que es. Destino, casualidad, suerte, oh la vida.
Oporto 22 de Agosto de 2012
Carminha Nieves