Fabián!...
¡Fabián, hijo!... ¡Fabián...!
¡Auxilio... llamen al sanatorio!
...................................
No sabía lo que decía.
¿A quién le pedía que llamase
al sanatorio?
Si en las casas vecinas
no se encontraba nadie en aquel momento...
Estaba solo yo con mi hijo
en la casa quinta...
Lo había dejado solo
por un momento...
Había ido a buscar
unos vasos de jugo de naranja.
Fabián estaba en su tobogán,
subiendo y bajando...
bajando y subiendo...
A cada momento le decía
que no lo hiciese deslizándose
por él con los pies, parado.
Que lo hiciera como correspondía,
sentado.
Pero el muy travieso de vez en cuando
intentaba hacerlo en la forma
que yo le decía no lo hiciera.
Cosas de niños.
De niños que se comportan
como tales.
Con travesuras, sin tener en cuenta de
que en algún momento puede perjudicarles.
Que se pueden dañar físicamente.
Lo de Fabián no fue solo
un daño físico.
Al deslizarse por el tobogán parado,
se pisó un cordón de su zapatilla,
y cayó a un costado antes de llegar
al final del tramo, golpeándose
en la nuca con el corralito de la arena.
Travesuras de niños.
A veces, siendo tan chicos,
tenemos que estar controlándolos
constantemente.
Unos minutos que uno lo desatiende,
y puede ocurrir una fatalidad.
Eso fue lo que ocurrió con mi hijo.
Una fatalidad que después de
cuatro años, quebró mi vida,
y la de mi amada esposa,
desde ese preciso momento.
Se desnucó. Murió en el acto.
Nada se pudo hacer.
Los hijos... uno los hace llegar
al mundo, y el destino, fatal destino,
te lo quita de tu existencia.
Mi pobre ángel, Fabián...
Estoy ahora aquí, en el parque,
exactamente en el mismo lugar
del accidente.
Donde mi hijo halló la muerte.
En estos años, han sucedido
tantas desgracias...
mi esposa enferma...
como yo... estados inconsolables
de mi esposa, la cual no puede
gestar más. Indagué a mi esposa
para adoptar un niño, y no me
aceptó la sugerencia...
A veces está... como perdida...
Va a un siquiatra, hace ya un tiempo...
Mejora un día... y el resto,
está como ausente del mundo...
No ha tenido ni tiene consuelo.
Y yo... tampoco me siento bien...
En la inmobiliaria a veces
me hablan, y muchas veces no los
escucho.Mi mente está en otro mundo.
En el mundo de mi hijo sin vida.
Tom, su perro, siempre fue el nuestro también,
aún lo sigue buscando. Está lamentando
la ausencia del niño con el cual jugaban.
Mis suegros están permanentemente
nombrando a Fabián cuando están
con nosotros.
Mis padres, lo mismo...
Tengo cuarenta años...
y me siento como un hombre de cien...
Mi esposa, que es de mi misma
edad, no ha cambiado nada.
Representa bellamente la edad
que tiene.
Sus ojos se ven siempre tristes
y húmedos...
Trato de alentarla con palabras
de consuelo... y ella, calla...
Casi no habla. Piensa. Recuerda.
A los dos nos pasa lo mismo...
La invité en esta veraniega tarde
que viniese aquí, junto a mí
en el parque, y se negó...
me dijo que ella se quedaba en
nuestra habitación con Fabián...
Muchas veces me da esa respuesta...
A veces contesta que
está esperando que se despierte...
Y yo me siento mal...
Duermo muy pocas horas...
En mi mente tengo en mucho
tiempo de los días, la imagen
de mi hijo deslizándose
por el tobogán, parado, y que se cae...
y que está en un dormir eterno...
Sus ojos se cerraron para siempre...
Y nuestras vidas, vidas siguen siendo,
con la ausencia del ser que más amábamos...
Fabián, hijo, te has ido de nuestro lado...
pero siempre estás en nuestros corazones...
destruídos...
Quisiéramos tenerte a nuestro lado.
Como hace cuatro años...
Pero no puede ser...
Tal vez hice mal en pretender
reemplazarte por otro niño...
en la casa...
Pensé que sería una nueva alegría
en nuestra vida..
Pero mamá no quiere Fabián...
Estoy aquí solo mi almita
buena, recordándote...
No quiero a tu madre
demostrarle que también estoy
destruído por tu partida...
Has partido, hijo...
hacia el viaje definitivo...
pero siempre, siempre, siempre,
estarás en nuestro corazón...
Oh, Dios, déjame llorarlo...
deja escapar este amargo llanto...
no puedo más...
Has partido, hijo...
pero tú estás allá arriba,
en el cielo,
junto a Nuestro Salvador..
( Se cubre el rostro con sus manos
y llora la muerte
del Angel que partió...)
Todos los derechos reservados del autor( Hugo Emilio Ocanto-22/08/2012)