Tu imagen se apodera de mi desvelo
cada vez que acercas tu extraña belleza
dejando en el aire, lujuria con destreza
que en mí encarno, y la razón flagelo.
Pasión que arde: fuego frío, dulce hielo,
Me esperas sedienta sobre la maleza
vierto de mi ánfora caudal sin certeza
porque este amor prohibido, parte mi cielo.
Amor cobarde que mi sangre hace hervir
me arrastra, me avergüenza, me consume;
Pero si niegas tus mieles, no sabré vivir.
En tu mirada un espejismo presume
que con ansias tu edén deseas revivir
aunque a mi corazón la muerte se asome.