( Paolo corre la cortina,
y mira enfrente detrás de la ventana.
Deja de hacerlo. Vuelve a la
ventana. Mira nuevamente.
Se sienta, pensativo.
Suena el timbre)
--Buenas tardes, mi vecina. Adelante por favor.
--Usted con esta mi visita
me está poniendo en un
tremendo compromiso.
--Y usted con su visita
está honrando mi casa.
Tome asiento por favor,
señora. Póngase cómoda.
--Usted me ha incomodado,
y demasiado.
--Le pido mis disculpas.
Soy consciente de lo
que me está diciendo.
--Entonces a qué se debe
su insistencia.
--Se debe a que parte de lo que
que le he dicho, quiero
decírselo personalmente.
--Para mí y mi esposo
usted siempre ha sido considerado
por nosotros, un caballero.
--Pienso que mi actitud,
no me transforme en lo contrario,
señora.
--Es que justamente es lo que
quiero decirle. Usted no se está
comportando como tal.
--Señora, usted sabe de mi vida
tanto como yo sé de la suya.
-- Usted sabrá de mi vida,
pero no yo de la suya.
Al menos no tanto.
¿Y qué es lo que lo ha
llevado a hacer lo que
ha estado haciendo?
Molestándome con sus reiterados
llamados, como si yo fuese
una mujer de la calle.
--Se equivoca, señora. Siempre
que la he llamado la he
tratado como lo que es,
como a una dama.
--Lo soy. Pero también soy
toda una señora.
--Señora...¿me permite llamarla
por su nombre?
--Natalia, lo prefiero.
--Natalia, efectivamente usted
es toda una dama señora.
Me consta. Tiene el don
de la amabilidad, de su belleza,
su inteligencia, de su atracción...
--¿Atracción? Usted debe estar loco.
--Tal vez lo esté Natalia.
Pero si mi actitud hacia usted
es como para tratarme de loco,
estoy loco, si.
--Pero a mí usted no debe incluírme
en su locura.
¿Cree que lo que usted está haciendo
es un don de caballero?
Está muy equivocado.
--Natalia, sabe usted que desde
que falleció mi esposa,
nunca se ha enterado usted de
que yo haya tenido otra mujer
en mi vida de viudo.
-¿Y pretende compartir su viudez
conmigo? ¿Con su vecina de enfrente?
Cuán equivocado está.
--No quiero que tome mal mi actitud,
Natalia. Usted ya sabe lo que yo
siento... ya se lo he dicho.
--Y supone que yo por
sentirse solo debo complacer
su pedido. Quiere transformarme
en su amante.
Si... indudablemente usted debe
estar loco.Dice saber de mí,
pero cuán poco sabe. Soy
una mujer honesta y fiel
a mi marido y nunca le faltaría
el respeto siéndole infiel.
He aceptado su invitación,
a riesgo de mi persona
y de mi felicidad conyugal.
He aceptado estar aquí,
frente a mi hogar,
para decirle personalmente
lo que pienso de usted.
--Natalia, usted está aquí
porque yo le supliqué viniese.
Tengo la imperiosa necesidad
de decirle cara a cara
lo que siento por usted.
--Ya me lo ha dicho telefónicamente.
--Quiero reiterárselo.
--Usted no tiene escrúpulos señor...
--Paolo, Natalia.
--¡Señor Paolo! Vine a decirle que es usted
un insolente, un poco caballero, un mal vecino...
¡Un depravado mental!...
--Natalia, dígame todo lo que usted
quiera. Califíqueme con las más horribles palabras...
Yo solo quiero decirle, que después que falleció
mi esposa, puse mis ojos en
usted... porque usted me hace recordar
a ella. Por su belleza, por su distinción,
por su delicadeza...
--¡Basta, por favor! Reconozca su error.
Usted se ha equivocado de mujer.
Búsquese una mujer libre.
Soy una mujer casada,
y si mi marido nada sabe
de esto es porque
yo no he querido que se
convirtiese en un asesino.
Porque si él llegase a enterarse
de esto, le aseguro
que lo mataría...
¡Se lo aseguro!...
--Natalia, tengo que disculparme, y
lo estoy haciendo...
Es tanto mi enamoramiento
hacia usted...
--¡Enamoramiento! Usted no está
enamorado de mi. ¡Solo me desea!
¡Salga y búsquese una prostituta
si quiere tener una relación!
¡Conmigo se equivoca!
¡Soy fiel a mi marido,
y nunca dejaré de serlo!...
¡Reconozca que se ha equivocado de mujer!
Solo he venido hasta su casa,
porque mi marido no llegará
hasta mañana. Mis dos hijos
fueron por unos días a la casa
de mis padres. Estoy sola. Sin ninguno
de ellos en casa. Por eso he aceptado
estar aquí. Pero ha sido para poner las cosas
en claro, y decirle que me deje en paz.
La próxima vez que me moleste,
le contaré todo a mi marido
y tenga la plena seguridad
de que él pondrá fin a su vida.
--Natalia, debo reconocer mi error.
Lo reconozco. Solo que quería decirle
que la amo con locura...
--¡Basta, por favor!...
--Sí, ya termino, Natalia...
ya termino...perdóneme...
pero tengo que decírselo...
nada pasará, lo sé...
pero tengo que decirle que necesito
tanto de usted...Sé que este es un amor prohibido...
que lo mío es una locura... pero quiero
que sepa que esto no es solo tener
una relación... esto que yo siento
por usted es amor...una locura de amor
que no puedo sacármela de mi corazón...
me siento tan solo...Tiene usted razón,
tendría que salir y buscar una mujer
de la calle. Pero no sentiría por
ella lo que siento por usted...
--¡Basta!
--¡Un amor tan profundo!...
--¡Paolo! ¿Quiere usted que mi marido lo mate?
(Paolo la mira. Él lentamente
cae sobre la alfombra, y deja caer su llanto)
--Natalia, oh, señora Natalia...
si usted supiese cuánto la amo...
¡Solo Dios y yo lo sabemos!...
Le pido perdón...por pretender un imposible...
solo quería decírselo...sabiendo de antemano lo
que usted me respondería aquí, personalmente...
Solo quería decírselo... No, su marido
no se convertirá en un asesino... por
la locura de mi amor...
Quédese tranquila... él nada de esto se enterará...
Vaya... váyase tranquila, señora Natalia...
(Paolo continúa llorando. Se pone de pie)
--Váyase a su casa Natalia. Le he dicho
lo que quería decirle...personalmente...
Sabía de la respuesta que me iba a dar...
lo dicho, dicho está. Libérese de mi presencia...
Allí está la puerta. Puede retirarse.
Siga siendo feliz con su marido y sus hijos...
Mis hijos están en el exterior,
y mi esposa, está muerta...
Yéndose usted, me quedaré nuevamente solo...
Gracias por haber compartido
este momento conmigo,
me ha hecho muy feliz...
vaya Natalia, vaya...
(Natalia lo mira, indiferente.
gira y se va. Cruza la calle.
Llega a su casa. Se sienta,
pensativa.Pasan un par de minutos.
De la casa de enfrente, escucha dos disparos...
de revólver) continúa
Todos los derechos reservados del autor (Hugo Emilio Ocanto-25/08/2012)