Alberto Angel Pedro

El aborto (el niño que no vio jamás la luz)

Soy un ángel, que a la tierra, fue a morar,

soy el fruto de un deseo fugaz, prohibido;

un infante sepultado en el olvido

…¡mi relato voy a todos a narrar!

                             

Fui engendrado por un móvil muy distinto,

al cariño que se da entre hombre y mujer;

¡mis dos padres me engendraron por instinto,

solamente por un lúbrico placer.!

 

¡Por lascivia ellos lo hicieron, solamente!,

impulsados por un gozo nauseabundo;

sin pensar que, si se arroja a un niño al mundo

de ese modo, se le lanza eternamente,

con dolor, al desconsuelo más profundo.

 

Relatarles como fui yo concebido,

la manera en que a este mundo fui venido,

es un hecho, que en mi mente, cruel se aferra

y se clava en mi conciencia como un hierro:

¡Esa noche él me engendró como hace un perro

que se junta a copular con una perra!.

 

 ¡Esa noche abominable y disoluta,

 bien la puedo definir como infernal!:

 ¡Ella actuó como una ardiente prostituta;

el, jadeaba, como lo hace un animal!

 

…Terminaron aquel acto, sin gran prisa,

el destello de la luna dio en su espalda.

Se vistió ella la insinuante minifalda;

el, los negros pantalones, la camisa.

 

Recordando los momentos ya vividos,

despidiéronse en la noche silenciosa.

Él, pidió de ella prudencia, por su esposa;

y mi madre, que él no viera a su marido.

 

Se alejaron con gran prisa del lugar

que dio asilo a su pasión desvergonzada.

Mi mamá no pudo nunca imaginar

que se hallaba de mi padre embarazada.

 

Sin saberlo, se iniciaba mi agonía:

En su seno me empecé pronto a formar.

Sé muy bien que en mis primeros treinta días

comenzó mi corazón a palpitar.

 

Y ese hermoso desarrollo continuó,

fue un milagro del creador aquel proceso,

pues crecieron en mí células y huesos,

y en tres meses, dicha acción se completó.

 

¡Cuando supo ella su clara gravidez,

se sintió tan angustiada, hasta la muerte!;

¡fue a buscar a mi papá, que tan soez,

¡con vileza la dejó sola a su suerte!

 

Se fue a casa, y su tristeza, la sentí.

¡Con un odio y una furia reprobables,

de sus penas me hizo entonces responsable!

...yo, en el seno, esa calumnia, mudo oí.

 

En el lapso de un minuto, que es tan corto,

¡Dios bien sabe cuántas veces me maldijo!;

¡no queriendo, por vergüenza, hacerme su hijo,

decidió, cruel, liquidarme en un aborto!.

 

Visitó entonces mi madre, decidida,

a un doctor, de mal lograda profesión;

acordaron cómo dar fin a mi vida,

como se hace una trivial negociación.

 

La pasó, entonces, a un cuarto retirado

…yo notaba algo macabro y me asusté:

En el cuarto habían nonatos abortados,

¡con angustia a mi cruel madre le grité!:

 

¡No permitas que me mate, mamacita!,

¡oye atenta a tu conciencia y a su  voz!,

¡no destruyas la creación, tan infinita,

que ha formado en tus adentros, sabio, Dios!

 

No te ensucies cometiendo este acto bajo

y permite, que a tu lado, siempre viva;

pues seré el hijo que en casa te reciba,

cuando llegues agobiada del trabajo.

 

¿Quién verá por ti, quizá mañana,

cuando acabe temporal tu juventud?,

cuando sufras, por ser casi ya una anciana,

y no alcances a tener tal vez salud.

 

¡Imagínate el estar siempre a mi lado,

vivir juntos, ser de ti tan apreciado!

Al colegio, con amor, me llevarás,

estaré en tu corazón y pensamiento;

al mirarme, sé muy bien que pensarás,

que evitaste un colosal remordimiento.

¡De ternura, mamacita, llorarás!

                              

¡Imagínate estrechándome en tus brazos,

cuando sorba fiel la vida de tus pechos!,

¡qué precioso compartir los dos el lecho

y estar juntos, estrechando nuestros lazos!

 

Estaré siempre contigo en las congojas,

cuando sientas no tener fuerzas, ni aliento;

cuando luches contra el ímpetu del viento,

¡y que seas como el árbol ya sin hojas!

 

¡Seré un niño bien portado, mamacita!,

obediente en lo que tu alma me demande,

en mis triunfos estarás cuando sea grande:

¡Tu fortuna será entonces infinita!

 

Yo aseguro despertar tu amor materno,

con la sólida ternura de mis juegos;

¡si me matas, vivirás en un infierno!,

¡oye, madre, lo incesante de mis ruegos!

 

¡En los meses que en tu vientre me has tenido,

me he formado, mi existencia ya es un hecho!;

¡es por ti que a la existencia yo he venido

y a nacer, lo sé muy bien, tengo derecho! 

                             

¡No consumes este crimen tan atroz,!

¡oye, madre, a tu conciencia, en lo que te habló!;

¡el consejo de matarme te da el diablo,

sé consciente, que darás cuentas a Dios!.

 

¡Pero en vano supliqué yo su clemencia!

¡Ella, cruel, como una pérfida serpiente,

no sintió pena al matar a un inocente!,

¡tuvo en poco darle fin a mi existencia!

 

El doctor anestesió pronto a mi  madre,

reduciendo, de esta forma, su dolor;

renegaba ella furiosa de mi padre,

… yo sentí cada vez más el crudo horror.

 

Insertó, exacto, en su cuerpo adormecido,

un objeto, que uso pérfido, inhumano;

¡escuché como cortó cruel esas manos,

que a mi madre quizá hubiesen sostenido!

 

¡Brotó sangre de mis miembros amputados,

mientras yo sufría dolores infinitos!;

¡implorando compasión, entre mil gritos,

contemplaba aquella escena, horrorizado!

 

Prosiguiendo, cortó entonces mis dos piernas,

mis bracitos, y también mis ojos bellos;

¡esos ojos, que al mirar su faz en ellos,

provocaran ilusiones tan maternas!

 

Y fue todo lo que supe…poco a poco,

me fui hundiendo en un sopor aletargado.

¡Contemplé una luz intensa, como un foco,

mientras todo alrededor era dulzura!.

Ya no vi como mi cuerpo fue arrojado

con horrenda indiferencia a la basura.

 

¡Soy un ángel, que a la tierra, fue a morar,

fui el producto de un placer desenfrenado!

...fui un  nonato, cuyo  aliento fue cegado.

¡Hoy, mi historia, he terminado de contar!.

 

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