Ya no tengo
paso firme en mi conciencia.
Ya no tengo
más salario.
Ya no tengo
ungüento de lo que me ha significado
la vida,
puesto que de la misma
mi porción ha sido abandonada.
De señor nunca cedí
a que un medroso perro me tosiera;
pero hoy fulgura ante aquél
lo que para mí no resta
un escabel.
Y ahora
han venido a mi regazo
los pormenores refutados de mi ego.
Y es aquí donde comprendo
que tan solo he sido
un león muerto.
¿A dónde ha ido
mi esplendido celo?
¿Qué ha sido
de mi inmaculado odio?
¿Y, mi amor (…)?
¿Te ocultas de mí,
amor,
luego de tanto egoísmo y vanidades?
Mi cultura me ha dejado,
con la memoria inculta
de lo que ya no tengo.
Y ya no tengo
más salario,
ni porción que dure el infinito,
ni cosa alguna que considere útil
el engreído sol.
El recuerdo de mis ansias
ha sido olvidado.
LA MUERTE
Fernando Parra
23/03/12