*Llamas*
No te atreverás a apagar mí llama violento humano
porque soy un ardiente que se alimenta del bosque,
en mis irisadas granas y ambarinas egoístas llamas
tienes la pasión de infierno que calcina tu ambiente.
*Bosque*
Fatídico ardor que te retroalimentas de mí fiero ser
cuando el estío activa con sequia mí bosque amado,
activas un alumbre perversa con bálago de madera
escandalizando al poniente que te aviva el abrasar.
*Lluvia*
Tu ardiente sed destructiva de calor te mata el agua
queriendo desaguarme mi lluvia animas mas nubes,
que arrojan las milagrosas gotas que te consumirán
con un resonante repiqueteo del aguacero poderoso.
*Llamas*
Mis voraces llamas calcinan tus bardales y arbolado
entregándose en radical destrucción a la enramada,
aunque el agua se vierta bruscamente en el bosque
la vigorosa llama de mi pasión evaporaran la gracia.
*Bosque*
Llorando están las ramas y las hojas de mis pinares
brotando savia que se carboniza con llama ardiente,
son como antorchas activas alumbrando al demonio
vibrando estallidos dolientes de árboles impotentes.
*Lluvia*
Gime la noche chispeada con las flamas de la quema
hasta que el turbión vierte aguacero al herido ardor,
apagando ese intoxicado calor que brotó del infierno
hasta que florezca la naturaleza que al humano dejó.
*Calma*
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
27 de agosto del 2012