Frente al movimiento de tu agua toda
se observa la marca que sueles dejar;
tu amante gemir conmueve las rocas
y hasta Febo escapa al oírte bramar.
Cono de sombra al despuntar la tarde
anida una cueva sin modificar
no es negligencia de mano de hombre
es para que a la arena puedas besar.
Y cuando la luna ilumine el cielo
cual macho cabrío tu querrás gozar
lamerás la playa con brioso oleaje
la cubrirá tu cuerpo impetuoso mar.
Autora: Graciela Beatriz Traverso.