Lecciones desde un domingo
Lágrimas de gris domingo,
no las quiero, no las bebo,
yo lejos mis ojos llevo,
mi corazón es un pingo.
Me dio el dolor su respingo,
me dio su golpe la vida,
pero he curado la herida
y creo en el sol del cielo
y en este domingo anhelo
del amor llevar la brida,
Por eso canto, señores,
porque creo en la esperanza,
he sufrido su tardanza,
he cargado sus rigores.
Pero he guardado sus flores,
sus raíces, sus semillas,
la espero en todas mis sillas,
la siembro en todos mis pasos,
y la llevo entre mis brazos
con penas y pesadillas.
Ya el lunes vendrá de nuevo,
con luz y sombra cantando,
con dudas de vez en cuando,
con ganas de yo me atrevo.
Así nos brinda un relevo
a cansancios y extravíos,
nos lava como los ríos
en que desnudos cruzamos
y nos dice: hermano, vamos
que ya no quedan desvíos.
Y así voy, de orilla a orilla,
día tras día en camino,
desde el domingo y su trino,
hasta aquel tiempo que brilla.
Mi verdad es bien sencilla,
se viene a amar a la tierra,
no quiero pues otra guerra
que la de aliarme a tu pecho
y entre dos darme al derecho
de quien el dolor destierra.
Así pues, domingo, canto
y espero por la semana,
descanso en ti mi desgana
y una nueva fe levanto.
Me nublo de tanto en tanto,
me pierdo en la humana brega,
pero confío en la entrega,
en el amor y el futuro,
y aquí te dejo sin muro
la flor que en tu sol se riega.
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24 08 12