Recuerdo bien el primer día
en que te tuve cerca.
Labios suaves.
Deliciosos Besos.
Hoy apago la mirada para verte
y llueve en mis ojos.
Erosionan mis mejillas
lágrimas de pérdida y abandono.
Siempre me fuiste ajeno,
que atrevida en concebir la idea siquiera
de ser la musa de tus versos
sin ser tan bella.
Pero como guerrera
tome el riesgo
y me lancé a tus brazos sabiendo
que eras muerte
y que feliz fui yo en nuestro idilio.
Ahora vaga mi alma marchita
sin dejos de arrepentimiento
de este plan frustrado
pero con tristeza y ansiedad
de la temeridad
con la que te he amado
Y morí!
Morí de amor
y si ese Dios en su gran misericordia
me regalase una vida nueva,
otra vez en un acto suicida,
toda, toda te la regalaría
para volver a sentir la gloria
de ese cielo de tu cuerpo