No me vengas a mí con tus mentiras,
arrumándome un mundo de ilusiones.
Si crees que no entiendo de intenciones
decepción y tristeza me inspiras…
Tu súbita verdad no me lastima,
espetada en dolor y en contriciones.
Sabiendo que detrás de tus perdones,
astuta conveniencia es lo que prima.
Pretendes que el amor hoy te redima,
dejando atrás corrientes de aflicciones,
troqueles de tristeza y decepciones,
fragor que en la conciencia se sublima.
Será tan solo el tiempo quien te exima,
lavando destrozadas emociones.
Sembrando en el recuerdo imprecisiones,
rescata del dolor la vieja estima.
Si bien el pensamiento se resiste,
trotando en paliativa indiferencia.
Palpita el corazón en su conciencia,
en memoria, de un hombre que no existe.
Llorando me quedé cuando te fuiste,
inmersa en un camino de impotencia,
sumida en infausta ambivalencia…
¡Y tú que ni siquiera lo entendiste!
Ingrato y cruel camino que elegiste
sendero de espinosas sinrazones.
Infectado en tormentos y traiciones
en sabanas de olvidos me envolviste.
Mi frágil corazón latiendo triste,
pobló mi sentimiento de dolores.
Por tiempos de cruel pena y de temblores,
mi débil existencia condujiste.
Y tú que de la nada resurgiste,
volviendo a recordar antiguo sueño
ignoras que mi amor tiene otro dueño,
seguro te esperaba, eso creíste...
La famélica esperanza construiste,
basada en singulares intereses,
es tarde; no me importa que regreses
si al final, tú a mí nunca me quisiste.