Tu dulce inspiración vacilante en el proscenio, confunde su propio exceso que prefiguran los recuerdos.
Para que no indague su esplendor indivisible a nuestro adverso conceptuó de tu espíritu, de velarse en tu ausente corazón.
Una belleza en esencia de ser una usura prohibida, que versifica vuestra ofensa de un antiguo canto; sin compresión sutil de exhibir mi amor.
Sin sombrío de tu hermosura imperfecta, en cenit de la misma materia que has pagado tú sed.
De abdicar mis tristezas de un ligero silencio alrededor de este armazón; tejido impacientemente a su propia destrucción.
Como un impetuoso miedo alzado ha este vacío, excepto en la desolación de idear tu simetría en la eternidad.
En la infinita sombra de su alma que ignoran todo menos la inquietud; a través de injurias que describen el anhelo dentro de ese amor.