En la hoguera del deseo
se queman los suspiros,
y tu cuerpo y el mío
sienten los latidos
como zarza que arde,
y no se apaga.
Como cera derretida
que no se consume
Con deseo y pasión
cada beso de fuego
que arde cual hoguera,
y la llama no se extingue.
Como reloj que marca los minutos
y nosotros los segundos.
De fundirnos juntos
amándonos unidos.
Somos fuente inagotable de amor.
Que no se seca ni se acaba
este amor que brota como el agua.
Como boca sedienta
se funden nuestros cuerpos
que se aman en la fuente de deseo,
y se rozan las palabras,
se acarician los sueños
Es sufrir el no tenernos.
En llamadas despertamos
los deseos y anhelos.
De sentir piel con piel
nuestros cuerpos
ardientes a la voz del que llama:
voces ardientes que se tocan
con el alma,
fuego que arde y no se quema,
sentidos solares de distancia,
estrellas y lunas que miran desde lejos,
mecer el amor que nos tenemos.
enrredados en cobijas de amor apasionado,
despertando del letargo aprisionado,
sentencia de amarnos para siempre
en la hoguera del amor y del deseo.
Alicia Pérez Hernández
(No es la pluma la que escribe es el alma)