Es descubrir la esencia de la vida
y el clamor que ruboriza al día,
recoger los pimpollos de las rosas
para adornar tu suave cabellera.
Es contemplar la luz crepuscular
al amparo de tu dulce mirada,
es tomar tus manos –dos palomas-
y besar los actores de sus vuelos.
Es atrapar las estrellas de tus ojos
con la embriaguez que anida en mi semblante,
hacer con ellas un collar de cuentas
que brillen con los rayos de la luna.
Es una onda expansiva de ternura,
una implosión interna que estremece,
es caer en ensueños con un beso
y planear asidos de un cometa.
Es entregarse sin tiempo ni medida
y del corazón brindarte sus latidos,
es tremolar de velas encendidas
y sombras que se agitan placenteras.
Es conocer tus labios y el sabor
del carmín que emerge de tu boca,
es libar –cual mariposa-,
el polen que mana de tus pechos.
Es navegar en los mares de tu cuerpo
y zozobrar en geografías de tibieza,
es cruzar el horizonte del misterio
y recalar en la isla del deseo.
Es el murmullo de tu voz en mis oídos,
musitando mi nombre dulcemente,
es lanzar al firmamento los placeres
en gemidos que quiebran el silencio.
Es elevarme contigo en un suspiro,
y cruzar el algodonal que cubre el cielo,
es morir de pasión y revivir
en el éxtasis que sabe a primavera.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.