Iluminan sus labios la borrosa noche
Caminando por la calle palpitante
Entre las llamas de babeantes lascivos
Que pagan por sus caricias de agonía.
Ella, apuñalada desde siempre por el hambre,
Alimenta su matriz de sudores ajenos,
Mientras la sombra pasa lentamente
dentro vierte lágrimas para no borrar el maquillaje.
Subasta sus caderas, por un libro de aritmética
que su nacido necesita para cursar la vida,la muerte.
Salda, cada mañana la leche, el pan ,su maternidad
Con sus senos caídos que emanan perfume barato.
Funde sus gotas de dolor, en gemidos disfrazados,
en recubiertas pasiones y silencios malheridos.
Sobre unos tacones elevados carga un alma derrotada...
Más ,la aritmética y la leche lo requiere.
Ya no iluminan sus labios la mañana de carmín...
Ella hoy, como ayer y mañana
Trae a su casa un bolso con un fajo de soledad,
un peine, y el odio de los despojos del destino
que ,siempre ,la apuñalo de hambre y aversión.
ANTONIA CEADA ACEVEDO