Deja que mi corazón
Se refresque con dulzura
del agua en que bebía
del puquio mis recuerdos
Aquel querido terruño
Que amanece con neblina
Toda vestida de tul
Con rocíos de cristal
De imponente cielo azul
Con nubes como algodón
mis cerros verde alfombrados
En los que se refleja el sol
De acurrucadas casitas
Protegiéndose del frío
De caminos polvorientos
Y de destinos inciertos
De riachuelos cristalinos
Que discurren bulliciosos
entre peñas y quebradas
entre sauces y eucaliptos
Donde adornan los pastores
Con cantutas y retamas
Sus más bellas ilusiones
Y sus furtivos amores
Donde acuné mi infancia
Entre punas y oconales
Entre cantos y rondallas
Y sueños indescifrables
Permítanme sollozar
Con lágrimas de cristal
Para regar mis recuerdos
humedeciendo mis versos