No soy esclavo del retorno
por tus labios sugerido
a los tiempos del olvido
y de llamas en el horno.
Allí fundiste el adorno
en los brazos del querido
trovador, un cántico ido
en las aguas sin retorno.
Y aunque sueñes mi regreso
hacia atrás no vuelvo yo.
Ni el eco atrás se quedó
mirando el fallido beso,
despecho que a cada hueso
de mi corazón quebró.