Esta madrugada tuve un sueño:
Vi en él un largo e inmenso
camino alfombrado con el color
de este texto.
Al frente había un escenario.
De él pendían inmensos cortinados
que abarcaban el escenario
del mismo color de la alfombra.
TODO tenía el mismo tono.
Las luces estaban semi encendidas.
Con la iluminación de un reflector
con baja luz blanca.
Ahí concluyó mi sueño.
Esta mañana desperté.
Sentía mucha paz.
Anoche fui a ver una
obra teatral. Antes de comenzar
el espectáculo de noventa
minutos de talento artístico,
contemplaba yo ese escenario.
Lo que describí de mi sueño,
estuvo en la realidad.
Confieso que antes de
comenzar el espectáculo,
estuve observándolo durante
todo el tiempo.
Estaba alrededor de cientos
de personas que fuimos
a presenciar el
espectáculo. En su escenario
había una mesita con una
jarra de agua y un vaso.
Una banqueta. Y un piano.
Observando esta escenografía,
sentí en mi interior,
una inmensa alegría.
Era tal mi emoción,
que comencé, no sé por qué,
a lagrimear. Tal vez de emoción,
por estar donde estaba.
Fué un espectáculo inolvidable.
La actriz es una número uno.
Concluyó la obra, y nosotros,
el público, nos paramos a aplaudir
la obra.
Ahora yo, intérprete,
me subo a ese escenario
de la realidad, unido al
del sueño...
Camino por las calles
de mi ciudad.
Tengo veinticinco años.
Trabajo en una panadería, en la cuadra.
Fabrico, junto a mis compañeros,
sabrosos manjares.
Fuí a la escuela hasta tercer grado.
Amo la vida. Amo a mis padres
y hermanos. Amo mi trabajo.
Y amo... un imposible de mi vida.
Una mujer de mi misma
edad, la cual es vecina de mi casa.
Veinticinco abriles, casada.
Hace siete años la conozco.
Casi nunca en estos siete años
he hablado con ella.
Solo la he mirado.
Siempre la he mirado
al encontrarla en la calle, en un negocio,
en el centro.
Ella nunca estuvo sola.
Siempre acompañada.
Por su madre,
por su novio,
por su esposo
o por su hijo.
Siete años de vecindad.
Siete años de amor
por ella.
Siete años brindados
a su belleza,
a su encanto, a su sonrisa.
Hace años, ni bien aparecieron
en el barrio,
estando ella sola, oh casualidad,
en la puerta de su casa,
pasé y sin decir palabra,
le entregué un papelito diciéndole:
\" eztoy loco de amor por vo. contetame
algo, por fabor\"
Pasaron unos días,
y nuevamente ella estaba
sola, pero no en la puerta,
sino en la ventana de su casa.
Paso, e indudablemente ella
esperaba que yo lo hiciese
porque me entregó una nota
desapercibidamente. En ella me decía:
\" Estarás loco por mí, pero no yo
por tí. De paso, podrías aprender a
escribir correctamente. No
me gustan los ignorantes como vós.
Aparte de eso, estoy comprometida.
Realmente debés estar loco,
si pensás que yo pueda
tener algo contigo.\"
Me quedé helado.
Me quedé enojado.
Malhumorado.
Triste, amargado.
Desolado.
Eso fué... hace siete años...
Siete años sin poder olvidar
a esa mujer de mi juventud.
Siete años de angustia
y soledad. Siete años de ignorancia.
Siete años de amor solitario.
Amando a mis padres y hermanos.
Sin poder amar a otra mujer
que no fuese ella.
Sé que nunca lo será.
¿Entonces? ¿Por qué este
empecinamiento mío de
tener algo que no me corresponde?
Sueño vano...
Imposible amor...
Si uno pudiese ser amado
tal cual como uno ama...
Trabajo, vivo, estoy
junto a mis seres queridos,
los cuales también me aman.
Soy, medianamente feliz...
Es tan difícil hallar la
felicidad completa.
Soy un romántico.
Soy, tal vez, un ser de excepción...
Amante de lo bello...
Amante de esa belleza
que nunca me ha correspondido,
ni me corresponderá.
Creo que estoy al borde
de la locura...
Siento tanta angustia...
¿Por qué, teniendo a mi
maravillosa familia
a mi lado?...
A veces me recluyo
en una iglesia.
Rezo. Pido. Clamo.
Y salgo de ella...
y otra vez comienza mi soledad.
Mis desvaríos...
Mis inaceptaciones...
Siento como si la sangre
toda, estaría instalada en
mi cerebro. Sufro palpitaciones.
Necesitaría visitar a un médico.
Todo esto que siento,
mi amor , mi imposible,
mi cerebro, mi soledad...
se lo he comentado a mi madre.
Ella, con sus sabias palabras,
me dió sus sabios consejos,
por lo que es, mi madre santa...
Acepto y reconozco todo lo que me dice...
Y después... mi mente vuelve a mis imposibles...
Tengo deseos de verte Jesús...
Tengo ganas de visitarte...
Hoy es domingo...
Sí, ya voy a visitarte...
Aquí estoy contigo, Señor...
Ayúdame... Ayúdame...
Padre misericordioso...
¿qué es lo que debo hacer?
Respóndeme... dame una señal de vida...
Tengo en mi pecho, ahogado un llanto...
que no puedo sacarlo...
(Oh, Señor, perdóname,
¿pero sabes?, sé que estoy
pecando con mis pensamientos,
pero quisiera morirme
delante tuyo, ahora...)
¿Me estás castigando con tu silencio?
No, perdóname, soy yo el que
me estoy castigando con mis propios
pensamientos. No debería decírtelos,
ni tú aceptar que te los diga...
Tengo necesidad de estar al lado tuyo.
Como un verdadero cristiano.
y estoy pecando delante de tí
con mis pensamientos...
Déjame de que deje
de sentir lo que siento
Señor...Permítemelo... Mándame tu luz...
Escucha Señor esa música que estoy
yo escuchando... qué bella...
¿Me la has enviado tú?
Qué hermosa es...
y ese canto...
TU CONOCES SEÑOR MI CORAZON...
Sí Dios, tú me envías la música y las palabras...
Tú conoces señor mi corazón,
y en mí estás dándome fortaleza...
de fe y aceptación, de la realidad,
pero yo...
Te dejo Señor...
seguiré los consejos
que has grabado en mi corazón,
porque me has entregado
parte del tuyo...
Te prometo visitarte
todos los días...
espero cumplir mi promesa...
Lo intentaré... ayúdame a realizarla...
(Personaje se dirige caminando hasta su casa.
Pasa por delante de la casa de su
amor imposible. De largo. Sin mirarla.
Se siente liberado. Se siente renovado.
Se siente con fe . Es como si todo
su pasado por ese amor que no pudo ser,
ni será, quedó atrás. Como si no hubiese existido.
Pero existió. En este momento vive con
la luz de Dios. Se la envió a su corazón)
Buenas noches mamá. Quiero abrazarte mamá.
Te quiero tanto... te amo tanto, madre,
te prometo no seguir dándote problemas
ni disgustos con mis confesiones.
Hoy, siento en mi corazón, un amor distinto.
Me he reecontrado con ese, mi otro padre,
el Padre Celestial... el Padre del Cielo...
me aconsejó... sí, él conoce mi corazón,
y yo, buscaré en la vida... el amor que me corresponda.
Mamá, mi viejita del alma, madre querida...
(Ahí sí, puede largar su llanto...)
Todos los derechos reservados de su autor(Hugo Emilio Ocanto-02/09/2012)