Hugo Emilio Ocanto

Monólogo teatral: Te amo tanto, mi amor imposible

Esta madrugada tuve un sueño:

Vi en él un largo e inmenso

camino alfombrado con el color

de este texto.

Al frente había un escenario.

De él pendían inmensos cortinados

que abarcaban el escenario

del mismo color de la alfombra.

TODO tenía el mismo tono.

Las luces estaban semi encendidas.

Con la iluminación de un reflector

con baja luz blanca.

Ahí concluyó mi sueño.

Esta mañana desperté.

Sentía mucha paz.

Anoche fui a ver una

obra teatral. Antes de comenzar

el espectáculo de noventa

minutos de talento artístico,

contemplaba yo ese escenario.

Lo que describí de mi sueño,

estuvo en la realidad.

Confieso que antes de

comenzar el espectáculo,

estuve observándolo durante

todo el tiempo.

Estaba alrededor de cientos

de personas que fuimos

a presenciar el

espectáculo. En su escenario

había una mesita con una

jarra de agua y un vaso.

Una banqueta. Y un piano.

Observando esta escenografía,

sentí en mi interior,

una inmensa  alegría.

Era tal mi emoción,

que comencé, no sé por qué,

a lagrimear. Tal vez de emoción,

por estar donde estaba.

Fué un espectáculo inolvidable.

La actriz es una número uno.

Concluyó la obra, y nosotros,

el público, nos paramos a aplaudir

la obra.

Ahora yo, intérprete,

me subo a ese escenario

de la realidad, unido al

del sueño...

Camino por las calles

de mi ciudad.

Tengo veinticinco años.

Trabajo en una panadería, en la cuadra.

Fabrico, junto a mis compañeros,

sabrosos manjares.

Fuí a la escuela hasta tercer grado.

Amo la vida. Amo a mis padres

y hermanos. Amo mi trabajo.

Y amo... un imposible de mi vida.

Una mujer de mi misma

edad, la cual es vecina de mi casa.

Veinticinco abriles, casada.

Hace siete años la conozco.

Casi nunca en estos siete años

he hablado con ella.

Solo la he mirado.

Siempre la he mirado

al encontrarla en la calle, en un negocio,

en el centro.

Ella nunca estuvo sola.

Siempre acompañada.

Por su madre,

por su novio,

por su esposo

o por su hijo.

Siete años de vecindad.

Siete años de amor

por ella.

Siete años brindados

a su belleza,

a su encanto, a su sonrisa.

Hace años, ni bien aparecieron

en el barrio,

estando ella sola, oh casualidad,

en la puerta de su casa,

pasé y sin decir palabra,

le entregué un papelito diciéndole:

\" eztoy loco de amor por vo. contetame

algo, por fabor\"

Pasaron unos días,

y nuevamente ella estaba

sola, pero no en la puerta,

sino en la ventana de su casa.

Paso, e indudablemente ella

esperaba que yo lo hiciese

porque me entregó una nota

desapercibidamente. En ella me decía:

\" Estarás loco por mí, pero no yo

por tí. De paso, podrías aprender a

escribir correctamente. No

me gustan los ignorantes como vós.

Aparte de eso, estoy comprometida.

Realmente debés estar loco,

si pensás que yo pueda

tener algo contigo.\"

Me quedé helado.

Me quedé enojado.

Malhumorado.

Triste, amargado.

Desolado.

Eso fué... hace siete años...

Siete años sin poder olvidar

a esa mujer de mi juventud.

Siete años de angustia

y soledad. Siete años de ignorancia.

Siete años de amor solitario.

Amando a mis padres y hermanos.

Sin poder amar a otra mujer

que no fuese ella.

Sé que nunca lo será.

¿Entonces? ¿Por qué este

empecinamiento mío de

tener algo que no me corresponde?

Sueño vano...

Imposible amor...

Si uno pudiese ser amado

tal cual como uno ama...

Trabajo, vivo, estoy

junto a mis seres queridos,

los cuales también me aman.

Soy, medianamente feliz...

Es tan difícil hallar la

felicidad completa.

Soy un romántico.

Soy, tal vez, un ser de excepción...

Amante de lo bello...

Amante de esa belleza

que nunca me ha correspondido,

ni me corresponderá.

Creo que estoy al borde

de la locura...

Siento tanta angustia...

¿Por qué, teniendo a mi

maravillosa familia

a mi lado?...

A veces me recluyo

en una iglesia.

Rezo. Pido. Clamo.

Y salgo de ella...

y otra vez comienza mi soledad.

Mis desvaríos...

Mis inaceptaciones...

Siento como si la sangre

toda, estaría instalada en

mi cerebro. Sufro palpitaciones.

Necesitaría visitar a un médico.

Todo esto que siento,

mi amor , mi imposible,

mi cerebro, mi soledad...

se lo he comentado a mi madre.

Ella, con sus sabias palabras,

me dió sus sabios consejos,

por lo que es, mi madre santa...

Acepto y reconozco todo lo que me dice...

Y después... mi mente vuelve a mis imposibles...

Tengo deseos de verte Jesús...

Tengo ganas de visitarte...

Hoy es domingo...

Sí, ya voy a visitarte...

Aquí estoy contigo, Señor...

Ayúdame... Ayúdame...

Padre misericordioso...

¿qué es lo que debo hacer?

Respóndeme... dame una señal de vida...

Tengo en mi pecho, ahogado un llanto...

que no puedo sacarlo...

(Oh, Señor, perdóname,

¿pero sabes?, sé que estoy

pecando con mis pensamientos,

pero quisiera morirme

delante tuyo, ahora...)

¿Me estás castigando con tu silencio?

No, perdóname, soy yo el que

me estoy castigando con mis propios

pensamientos. No debería decírtelos,

ni tú aceptar que te los diga...

Tengo necesidad de estar al lado tuyo.

Como un verdadero cristiano.

y estoy pecando delante de tí

con mis pensamientos...

Déjame de que deje

de sentir lo que siento

 

Señor...Permítemelo... Mándame tu luz...

Escucha Señor esa música que estoy

yo escuchando... qué bella...

¿Me la has enviado tú?

Qué hermosa es...

y ese canto...

TU CONOCES SEÑOR MI CORAZON...

Sí Dios, tú me envías la música y las palabras...

Tú conoces señor mi corazón,

y en mí estás dándome fortaleza...

de fe y aceptación, de la realidad,

pero yo...

Te dejo Señor...

seguiré los consejos

que has grabado en mi corazón,

porque me has entregado

parte del tuyo...

Te prometo visitarte

todos los días...

espero cumplir mi promesa...

Lo intentaré... ayúdame a realizarla...

(Personaje se dirige caminando hasta su casa.

Pasa por delante de la casa de su

amor imposible. De largo. Sin mirarla.

Se siente liberado. Se siente renovado.

Se siente con fe . Es como si todo

su pasado por ese amor que no pudo ser,

ni será, quedó atrás. Como si no hubiese existido.

Pero existió. En este momento vive con

la luz de Dios. Se la envió a su corazón)

Buenas noches mamá. Quiero abrazarte mamá.

Te quiero tanto... te amo tanto, madre,

te prometo no seguir dándote problemas

ni disgustos con mis confesiones.

Hoy, siento en mi corazón, un amor distinto.

Me he reecontrado con ese, mi otro padre,

el Padre Celestial... el Padre del Cielo...

me aconsejó... sí, él conoce mi corazón,

y yo, buscaré en la vida... el amor que me corresponda.

Mamá, mi viejita del alma, madre querida...

(Ahí sí, puede largar su llanto...)

Todos los derechos reservados de su autor(Hugo Emilio Ocanto-02/09/2012)