Encarnados vendavales tus pechos,
miel dulce de mi placer cotidiano,
el rastro de tu piel lleno de vida
eriza todos mis sentidos,
tus caderas vitales,
la danza de mis anhelos
mas instintivos,
cada movimiento envolvente
de tu cintura pletórica,
deshace cada uno de mis deseos,
en un desenfrenado festín de erotismo,
la plenitud y ardor de tu Venus,
desnuda el animal que llevo dentro,
melodía tus gemidos ardientes,
son las notas exquisitas
de nuestras noches mas íntimas,
-esas en que desaparece la cordura-
Dibujo con mis letras,
cada encuentro lleno de deseos,
cada llegar en cada una,
al apetito permanente que tiene
mi vida de tu cuerpo,
no hacen falta palabras,
-en esas noches de erotismo-
Son nuestro alimento diario,
-no hace falta más-
Para mantener encendida la llama
de la pasión infinita que nos ata…