Rafa Rivas

Carta a una Dama.

CARTA A UNA DAMA .

Perdone Usted que tenga la osadía de abordarla de esta forma, pero he intentado mirarla a los ojos cada vez que me cruzo con su figura por la arboleda y siempre marcho triste por no encontrarlos, sus graciosas formas de silueta armoniosa y sus ademanes sutiles con perfiles cándidos me tienen absorto cada día, sin dejarme casi pensar en otros menesteres.

Tal vez piense Usted que estoy chalado y que simplemente es Usted una fantasía en mi mente, pero puedo asegurarle que lo que empezó como tal, se ha convertido en ritual a diario, haciendo que cada jornada y a las mismas horas la espere impaciente apoyado en el mismo ciprés de la mencionada.

Mi querida Señorita, la verdad es que no sé qué llave usar para abrir las cerraduras de su atención, me siento tan perdido cuando Usted no acude a su paseo diario que en ocasiones tengo tentaciones de seguirla hasta su candorosa casa haciendo mío el trayecto que la cobija a diario para sentirme más cerca de su graciosa persona, disculpe, discúlpeme tanto atrevimiento pero es que es superior a mi saber que existe Usted y a la vez me ignora por no verme como ya la veo. Soy un gentil Caballero que sin querer un buen día del pasado otoño, recorría los pequeños senderos de la maravillosa arboleda viendo cómo las hojas se perseguían unas a otras empujadas por el viento y a la altura del ciprés donde acostumbro a detenerme, tuve la gracia de ser deslumbrado por su graciosa presencia y ello me marcó para los restos.

Bella Dama, no alcanzo a comprender, cómo es posible que un Ángel acostumbre a pasear a solas, yo, no dejaría de acompañarla siempre si Usted me prestase un poco de atención, su arrolladora presencia, ha cautivado mis sentidos y con ello me he entregado presto al calabozo de la espera. Es para mí tan amargo y la vez una ilusión diaria que me asusta irremediablemente la posibilidad de que algún día Usted cruce su mirada con la mía allí junto a mi querido ciprés y continúe Usted su paseo sin apercibirse siquiera de que existo pero, mire, creo que todo habrá valido la pena tan sólo con que me regale Usted una mirada, en toda una vida, qué decir de una sonrisa……

Hoy, me he decidido, me he vestido con mi traje de valiente y he arremetido a instalar con todas mis ansias en un triste papel todo lo que Usted me inspira, hoy, clavaré con una daga en la corteza del viejo ciprés esta misiva con la única esperanza de que eche Usted en falta mi silueta junto a mi compañero quieto y pueda Usted arrancar este lienzo para que conozca cuán importante es para mí esperarla cada día, desde hace ya una eternidad.

Siempre suyo, con la súplica de que no me considere un atrevido y el ansia de que me considere su más humilde servidor.

     Atentamente, el Caballero de las Velas.

 

Autor.- Rafa Rivas.