Es tras ese velo dorado de tu mirada
su paraíso cuyo prado a él me invita;
una cicatriz perfecta, hecha del alba,
cuyo reflejo en tus pupilas lo habita.
Desde gracia de besarme, si guiñan,
hasta dolor que no nació y aguarda;
causan un remedio que no es toxina
y a la vez, generan felicidad al alma.
Fueron ciegos quienes sabían nada
de tenerte entre ojos y sentir tu vida
pero si una ceguera impide cruzada
del amarte, por tuerto tuve acogida.
Amor que nace de placer en tu vista
es calor que invita a sentirte calma;
amor recibido por oferta alquimista
de esos párpados, me dan mañanas.
Así, por el amor de mirarte sin nada,
me enamoro cada vez como el artista;
este hombre puede escribir, su palma,
Dios es Creación, y yo, tu conquista.