Desnuda, las palabras
amarradas al clóset
bajo el escote de la noche,
intriga para gatos envenenados
abrochados a un cielo callado
efímeras sombras
remueven la bruma
de un mar llorando-
inerte desnuda cuervos
balas a tropel en párpados
la fría tenue sonrisa
desdibuja la línea del horizonte
blanca escribe de nuevo
el último verso
en la boca de mil hojas,
dulce, escueta recuerda,
dulce-amarga piensa,
abriendo sueños
en cartas metálicas
amarradas a las balas,
otra vez el mismo sonido
el mismo sonido otra vez
entre la necesidad
de oprimir la tecla estrellada
a la espalda plateada
entre el guiño de la muerte
y un foco ciego de sonámbulos.