Cuando vacía tenía el alma,
descalabrado el corazón, y sin ánimo de vida,
arribaste tú, trayendo alegría
a borbotones.
En la soledad
llena de atribulaciones amargas,
la risa surgida
de tus fastuosos labios,
inundaron mis adentros, de alegría.
Gloriosa
como capricho de la vida
surgiste cual brasa ardiente, dando nuevo
calor a mi existir.
Y el timbre de tu melodiosa voz
embriagó los oídos.
Esa boca tuya,
ofreciome la vereda de tus labios
diluyendo en las venas tu exaltación.
Presto
hilvané tu galanura
en mis lánguidos pensamientos.
Desvariando ilusiones, en el espejismo
de mis atardeceres
bambam