Muchas son las leyendas de casas encantadas, de casas embrujadas,
de mitos fabulosos o relatos tenebrosos que encogen el alma,
mansiones rodeadas de árboles siniestros, que te miran al pasar, que
sellan tu silueta cuando los dejas atrás, jardines inmensos que
no temen a la oscuridad, ventanas que se abren cuando te sienten
llegar, voces que acarician su tono y te hacen temblar,
misterio, miedo y oscuridad........
La niña de mi cuento, atrevida y osada, salió una noche a pasear,
a pasear por el bosque, al miedo quería burlar,
y se puso como reto una casa encantada visitar,
y echó a andar por un sendero, cubierto de sombra y opacidad,
pero la niña valiente por el quiso continuar,
hasta llegar a la casa, que la esperaba sin piedad.
Las ramas la mecían, las piedras la acunaban, el cielo se cerraba,
los lamentos acechaban, pero ella no titubeaba,
llegando hasta la puerta de aquella casa encantada,
esperando sin respuesta que misterio le esperaba.
El gran pasamanos sonó y la puerta se abrió,
adelante la anunciaron con sublime atención,
una alfombra roja le indicaba una habitación,
pero ella precavida de la entrada no pasó.
Poco a poco la casa la encerró, la niña retaba al miedo
pero miedo sintió, comprendiendo que el respeto es la fuente del valor,
y que la valentía no significa sentir temor,
entendiendo el significado, la gran puerta se abrió,
el cielo recuperó su color,
los jardines su gran resplandor,
y el sendero iluminado hasta su casa la llevo.........