A Juan C.
Es que te veo y muero.
Tu belleza ha superado
mis fantasías de niña,
hoy que soy una mujer.
Es que te tengo enfrente
y no me puedo controlar.
Te escucho hablar
y no dejo de mirar esos labios,
me excitan tus palabras
y agonizo por besar tu boca.
Contengo mis impulsos
por miedo de perder lo que no tengo.
Y continuo mirándote
para seguir muriendo
de estas ganas que me da tu piel, moreno.
Moreno, ámame!
Grito en mis adentros,
pero finjo atención
a tu conversación,
atenta a las formas de de tu boca.
Muérdeme!
Grito en mis adentros.
Y mojo mis labios mordiéndolos
para ver si logro distraer
tu atención y pareces no ceder,
solo me ves
con tus ojos rasgados.
Yo me quiero perder
en tus muslos y en tus brazos.
Tómame! Grito en mis adentros,
-acaso quieres que me quite la ropa?
Que tengo que hacer?-
y tu sigues hablando
¿de que cosas? No sé.
Yo me pierdo en tu boca
y en mi fantasía perversa y loca.